martes, 9 de marzo de 2010

A TUS LINDOS OJOS


Tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Ora vagos giren,

o párense atentos,

o miren exentos,

o lánguidos miren,



o injustos se aíren,

culpando mi ardor,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Si al final del día

emulando ardientes,

alientan clementes

la esperanza mía,



y en su halago fía

mi crédulo eror,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Si evitan arteros

encontrar los míos,

sus falsos desvíos

me son lisonjeros.



Negándome fieros

su dulce favor,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Los cierras burlando,

y ya no hay amores,

sus flechas y ardores

tu juego apagando;



Yo entonces temblando

clamo en tanto horror:

«¡Tus lindos ojuelos

me matan de amor!».



Los abres riente,

y el Amor renace

y en gozar se place

de su nuevo oriente,



cantando demente

yo al ver su fulgor:

«¡Tus lindos ojuelos

me matan de amor!».



Tórnalos, te ruego,

niña, hacia otro lado,

que casi he cegado

de mirar su fuego.



¡Ay! tórnalos luego,

no con más rigor

tus lindos ojuelos

me maten de amor.

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