domingo, 21 de marzo de 2010

Oda Anacreóntica VI de Juan Meléndez Valdés.


¡ Como se van las horas,

y tras ellas los días,

y los floridos años

de nuestra frágil vida




!La vejez luego viene

del amor enemiga,

y entre fúnebres sombras

la muerte se avecina,

que escuálida y temblando,

fea, informe, amarilla,

nos aterra, y apaga

nuestros fuegos y dichas.




El fuego se entorpece,

los ayeres nos fatigan,

nos huyen los placeres

y deja la alegría.




Si esto, pues, nos aguarda,

¿para qué, mi Dorila,

son los floridos años

de nuestra frágil vida?




Para juegos y bailes

y cantares y risas

nos los dieron los cielos,

las Gracias los destinan.



Ven ¡ay! ¿qué te detienes?

Ven, ven, paloma mía,

debajo de estas parras

do leve el viento suspira,

y entre brindis suaves

y mimosas delicias

de la niñez gocemos

pues vuela tan aprisa.

lunes, 15 de marzo de 2010

EL AMOR MARIPOSA


EL AMOR MARIPOSA



Viendo el Amor un día

que mil lindas zagalas

huían de él medrosas

por mirarle con armas,

dicen que de picado

les juró la venganza

y una burla les hizo,

como suya, extremada.


Tornóse en mariposa,

los bracitos en alas

y los pies ternezuelos

en patitas doradas.


¡Oh! ¡qué bien que parece!

¡Oh! ¡qué suelto que vaga,

y ante el sol hace alarde

de su púrpura y nácar!



Ya en el valle se pierde,

ya en una flor se para,

ya otra besa festivo,

y otra ronda y halaga.



Las zagalas, al verle,

por sus vuelos y gracia

mariposa le juzgan

y en seguirle no tardan.



Una a cogerle llega,

y él la burla y se escapa;

otra en pos va corriendo,

y otra simple le llama,



despertando el bullicio

de tan loca algazara

en sus pechos incautos

la ternura más grata.



Ya que juntas las mira,

dando alegres risadas

súbito amor se muestra

y a todas las abrasa.



Mas las alas ligeras

en los hombros por gala

se guardó el fementido,

y así a todas alcanza.



También de mariposa

sale quedó la inconstancia:

llega, hiere, y de un pecho

a herir otro se pasa.

martes, 9 de marzo de 2010

A TUS LINDOS OJOS


Tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Ora vagos giren,

o párense atentos,

o miren exentos,

o lánguidos miren,



o injustos se aíren,

culpando mi ardor,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Si al final del día

emulando ardientes,

alientan clementes

la esperanza mía,



y en su halago fía

mi crédulo eror,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Si evitan arteros

encontrar los míos,

sus falsos desvíos

me son lisonjeros.



Negándome fieros

su dulce favor,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.



Los cierras burlando,

y ya no hay amores,

sus flechas y ardores

tu juego apagando;



Yo entonces temblando

clamo en tanto horror:

«¡Tus lindos ojuelos

me matan de amor!».



Los abres riente,

y el Amor renace

y en gozar se place

de su nuevo oriente,



cantando demente

yo al ver su fulgor:

«¡Tus lindos ojuelos

me matan de amor!».



Tórnalos, te ruego,

niña, hacia otro lado,

que casi he cegado

de mirar su fuego.



¡Ay! tórnalos luego,

no con más rigor

tus lindos ojuelos

me maten de amor.

sábado, 6 de marzo de 2010

Biografia de JUAN MELÉNDEZ VALDÉS

(Ribera del Fresno, 1754-Montpellier, 1817) Escritor y magistrado español. Es el más importante poeta español del s. XVIII. Fue catedrático de humanidades en Salamanca (1781), alcalde del crimen en Zaragoza (1789), oidor en Valladolid (1791) y fiscal en Madrid (1797). Sufrió destierro en Medina del Campo (1798), confinamiento en Zamora (1800) y cárcel en Asturias (1808). Bajo el régimen de José Bonaparte, fue consejero de Estado (1809) y presidente de la Junta de Instrucción Pública (1810). Tras la restauración de Fernando VII, emigró a Francia. Sus tempranas lecturas de Locke, Leibniz, Montesquieu, Rousseau y de los poetas Gessner, Thompson y Pope marcaron su primera etapa poética, en la que sobresalen sus composiciones anacreónticas, de cuyo género fue el principal cultivador en España (La paloma de Filis; Besos de amor), y sus Poesías (1875), publicadas a instancias de Jovellanos; las obras de su segunda etapa poética se caracterizan por su contenido filosófico y por su sentimentalidad prerromántica; con posterioridad, su obra se orientó hacia el compromiso político y social (A Llaguno, 1794; Sobre el fanatismo, 1795). Es también autor de una Defensa de la lengua castellana (1811).